El 50 cumpleaños del sultán de Brunei

El sultán de Brunei, Haji Hassanal Bolkiah Muizzaddin, posee una de las mayores fortunas del mundo —se estima en unos 16.000 millones de euros— y no hay monarca más rico que él. En 1967, su padre, el sultán Omar Ali Saifuddien, abdicó y Hassanal Bolkiah se convirtió en el 29º heredero de una dinastía con más de 500 años de continuidad. La crisis del petróleo de 1973 permitió al mandamás del sultanato de Brunei a encabezar la lista de millonarios de la revista Forbes durante más de una década.

Su residencia, adornada con bóvedas de oro, supera en extensión al Vaticano y es el segundo palacio más grande del mundo tras el de la Ciudad Prohibida de Pekín. Tiene 1.888 habitaciones, 290 baños y una sala de banquetes con capacidad para unas 5.000 personas.

Por si el poder del máximo dirigente del país fuera poco, la Constitución establece que “no puede equivocarse nunca como persona privada ni en su capacidad oficial”. Según la Carta Magna de Brunei, el sultán es infalible.

Con estas credenciales, no sorprende que la fiesta del 50 cumpleaños de Hassanal Bolkiah, el 15 de julio de 1996, fuese una de las más opulentas y extravagantes que se recuerdan. Personalidades de todo el mundo y muchos miembros de casas reales acudieron a la celebración, entre ellos, el Príncipe Carlos de Inglaterra.

A lo largo de dos semanas en Brunei hubo toda clase de ceremonias militares y miles de ciudadanos, ataviados con los colores de la bandera del país, salieron a las calles a sumarse a los festejos.

El palacio del sultán reunió a 3.000 invitados que participaron en un banquete de fantasía, con barra libre de caviar y champán y muchas otras exquisiteces. A todos los invitados se les obsequió con una medalla de oro, detalle que costó la friolera de 27 millones de dólares.

Actuación de Michael Jackson

El sultán se propuso amenizar la fiesta con una actuación musical y escogió a nada más ni nada menos que al rey del pop. Michael Jackson congregó a una multitud en el parque de atracciones de Brunei y por ese concierto, al que el sultán no se molestó en asistir, se embolsó 16 millones de dólares.

Como colofón a unas celebraciones fastuosas, a la altura de grandes autócratas de la Antigüedad, el sultán pronunció un discurso solemne en el gran salón del palacio en el que anunció un aumento del sueldo de los miembros de su Gobierno.

De la mano del diseñador Miguel Palacio recordamos aquella fiesta de cumpleaños desmesurada.

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