Las cárceles flotantes de Cádiz

Las cárceles flotantes, también llamadas pontones, surgieron durante los conflictivos años previos a la guerra de la Independencia española, contienda que enfrentó desde 1808 a los hispanofranceses con la Armada inglesa.

 

 

Cuando los que habían sido aliados en la Batalla de Trafalgar iban siendo vencidos, se les convertía en reclusos. Pero no eran unos prisioneros de guerra comunes. Las autoridades españolas se encontraron con una eventualidad que no esperaban y a la que dieron solución: la cantidad de enemigos capturados sobrepasaba la capacidad de las prisiones habituales, por lo que habilitaron varios navíos en los que recluían a los prisioneros de guerra.

Las condiciones de los barcos eran infrahumanas y los testimonios hablan de episodios de canibalismo. Los cadáveres se arrojaban al mar ante la amenaza del escorbuto. Tras la protesta de los pescadores de la zona, se prohibió esta práctica porque los peces se alimentaban de los cuerpos sin vida.

Aunque la vida en estos barcos desprovistos de elementos de navegación era dramática, había tiempo para espectáculos a bordo a los que acudían personas del exterior, sobre todo en los pontones que albergaban presos de clases más altas.

El final de este tipo de cárceles llegó por cuestiones logísticos, la cantidad de presos obligó a que éstos fuesen trasladados. De los 24.776 presos militares y civiles, sólo sobrevivieron 7.082. A pesar de haber sobrevivido, muchos de ellos terminaron perdiendo la cordura.

Fuente: EL PAÍS