2004: el 11-M

El 11 de marzo de 2004 es una de las fechas más negras de la historia de España. Ese día, murieron 191 personas y 1.858 resultaron heridas como consecuencia de una cadena de atentados simultáneos en trenes de la red de Cercanías de Madrid.

El mundo quedó consternado por la magnitud de los ataques terroristas en un país azotado desde hacía décadas por los asesinatos de ETA. No obstante, la barbarie no fue perpetrada por miembros de la organización etarra. Los autores de la matanza fueron terroristas de raíz yihadista integrados en la red de Al Qaeda, que mantenía una sangrienta batalla contra Occidente desde los ataques del 11-S de 2001.

Entre las 7.37 y las 7.39 horas del jueves 11 de marzo, en plena hora punta, se registraron diez explosiones en cuatro trenes localizados en la estación de Atocha, la estación de El Pozo del Tío Raimundo, la estación de Santa Eugenia y a la altura de la calle Téllez, a 500 metros de la estación de Atocha.

Los terroristas utilizaron mochilas cargadas de explosivos que estallaron en el interior de los vagones y causaron lo que pretendían: dejar al mundo en estado de shock. El fantasma del 11-S había llegado a Europa.

Las primeras horas tras los atentados fueron de total desconcierto y conmoción. Rostros de dolor y rabia se cruzaban en las calles de toda España. En Madrid, miles de ciudadanos acudieron masivamente a donar sangre a los hospitales, centros de salud y unidades móviles de extracción tras el llamamiento que habían hecho las autoridades sanitarias.

La autoría del atentado

Esa mañana, todos los partidos políticos, a excepción de Batasuna, y los medios de comunicación españoles atribuyeron a ETA la autoría de la matanza. Sin embargo, la misma noche del 11-M, el periódico Al Quds Al Arabi hizo pública la recepción de una carta en su sede en Londres en la que las Brigadas de Abu Hafs Al Masri, en nombre de Al Qaeda, aseguraban ser los responsables.

La tensión alcanzó cotas máximas en las horas siguientes, previas a las elecciones generales del domingo 14 de marzo. Cuando ya existían claros indicios que daban preeminencia a la pista islamista, el Gobierno de José María Aznar y su candidato electoral, Mariano Rajoy, todavía insistían en la autoría etarra.

El 11-M no solo ha dejado una huella imborrable en España, también en toda Europa. Es el mayor ataque terrorista en el continente después del atentado de Lockerbie contra el vuelo 103 de la Pan Am, que dejó 270 muertos en 1988.

Tres años después, se inauguraba el Monumento a las Víctimas del 11-M, construido frente a la Estación de Atocha con las piezas de vidrio macizo más grandes del mundo. Desde su interior se pueden visualizar mensajes en varios idiomas que se recogieron tras los atentados y que se han impreso en una gran burbuja que se encuentra en el interior del monolito.