2003: La Guerra de Irak

La cadena de brutales ataques contra Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001 supuso un antes y un después en las relaciones internacionales. El Gobierno del presidente George W. Bush declaró una guerra contra el terrorismo global que, a las semanas de los atentados, se materializó en la Guerra de Afganistán. EE.UU. y sus aliados occidentales buscaban en las montañas de Tora Bora al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden, responsable del 11-S. Tras Afganistán, el siguiente objetivo en la cruzada antiterrorista de Bush fue el Irak de un viejo conocido, Saddam Hussein.

Bajo la presidencia de George Bush padre, Washington lideró una coalición militar que, entre agosto de 1990 y febrero de 1991, respondió a la anexión de Kuwait por parte del régimen iraquí. Más de una década después de la Guerra del Golfo y de nuevo con un Bush en la Casa Blanca, EE.UU., a la cabeza de otra coalición internacional, invadió Irak el 20 de marzo de 2003.

Bush y sus aliados justificaron la invasión en la falsa afirmación de que el país ocultaba armas de destrucción masiva y que, con ese arsenal en su poder, Saddam era una terrible amenaza para los intereses y la seguridad nacional de EE.UU. Como posteriormente reconocieron altos cargos de la CIA, la Administración Bush no tuvo reparos en orquestar una campaña de manipulación para justificar la decisión de ir a la guerra, ya adoptada por razones políticas.

A la ocupación le sucedió una rápida derrota del Ejército iraquí. El 1 de mayo de 2003, Bush ya dio por finalizados los principales combates. El régimen fue derrocado y estadounidenses y británicos impusieron un gobierno provisional.

Captura y muerte de Saddam

Durante varios meses Saddam permaneció en paradero desconocido hasta que a mediados de diciembre soldados kurdos iraquíes y de EE.UU. lo encontraron escondido en un sótano en los alrededores de su localidad natal, Tikrit. Las imágenes del otrora gran enemigo de Occidente desaliñado, demacrado y con barba poblada dieron la vuelta al mundo. El 5 de noviembre de 2006, tras dos años de juicio, Saddam Hussein fue condenado a morir en la horca y el 30 de diciembre fue ejecutado.

La invasión de Irak desencadenó una oleada de violencia y atentados contra las fuerzas de la coalición y entre diversos grupos étnicos. Los enfrentamientos contra la insurgencia, las sangrientas luchas entres suníes y chiíes y la actividad de Al Qaeda en la región enquistaron el conflicto durante años y causaron al menos más de 100.000 muertos (hay fuentes que elevan las bajas a 600.000 o incluso un millón).

En agosto de 2010, ya con Barack Obama en la presidencia, EE.UU. retiró sus últimas tropas de combate del país. Este repliegue escenificó el final de una cruenta guerra que en 2003 sus impulsores bautizaron como Operación Libertad para Irak.