¿Por qué es tan importante el arma homicida?

‘- Con frecuencia es la prueba que liga al asesino a la escena del crimen
– Aunque no es imprescindible, es la prueba más importante que se puede aportar junto a la del ADN o las huellas dactilares

Una piedra ensangrentada junto al cadáver, un cuchillo, un martillo, una soga, una pistola, un fusil, un destornillador, un bate, un hacha, una escopeta, una sierra eléctrica… A la hora de matar, los asesinos se han servido de todo tipo de artilugios a lo largo de la historia. Pero, ¿por qué es tan importante encontrar el arma homicida para los equipos de investigación?

Hallar el arma con frecuencia nos llevará directamente al criminal mediante análisis físico-químicos efectivos. Se considera elemento primordial para la construcción de la historia y, junto con las pruebas de ADN y las huellas dactilares, constituye una de las evidencias más claras que los tribunales tienen en cuenta a la hora de resolver un caso. Veamos su utilidad con un crimen concreto.

Asesinato de Isabel Carrasco

Un ejemplo reciente en nuestro país es el caso del asesinato en 2014 de la expresidenta de la Diputación de León y dirigente del Partido Popular, Isabel Carrasco, en el que la entrega de un revólver por parte de una amiga de las de la asesinas fue fundamental para la investigación. Y es que esta amiga, Raquel Gago, policía local, dijo haberse encontrado el arma en un bolso dentro de su coche, arma que entregó en comisaría 30 horas después de que se produjera el homicidio. 

Hasta ese momento la policía contaba con la declaración de Montserrat González, que reconoció haber sido la autora material de los tres disparos que acabaron con la vida de Carrasco. Alegó que había cometido el crimen por el odio que le había generado el despido de su hija de la Diputación. A pesar de la declaración, sin el arma homicida era imposible corroborar la autoría ni determinar si la hija de la acusada, también encausada, encubrió o participó en el crimen.

La ley obliga a examinar el arma

En España, la ley de Enjuiciamiento Criminal, de 1882, exige que el juez instructor recoja todos “instrumentos o efectos de cualquier clase que se hallen en el lugar en que éste se cometió o en sus inmediaciones, o en poder del reo o en otra parte conocida” para el posterior juicio. Además, la normativa obliga a que sean examinadas “inmediatamente” y que se garantice su retención, conservación y envío al organismo adecuado para su depósito.

Podemos concluir que el arma homicida es uno de los pocos elementos probatorios por excelencia, pues los restos que en ella se encuentran no se alteran por la emoción del momento o por la percepción de los hechos como puede hacer un testigo ocular. Aunque no sea absolutamente imprescindible para dictar sentencia, cuando no aparece resulta mucho más difícil esclarecer un crimen.