Sectas: mecanismos de captación

¿Cómo captan las sectas a sus miembros?

Vistas desde fuera, las sectas parecen un engaño que cualquiera sería capaz de ver a cien leguas y evitarlo. Y ese es el primer error: creer que no puede pasarnos a nosotros. Las estadísticas son tan sorprendentes como alarmantes, y es que de hecho, el 60 % de sujetos son reclutados por sus propios familiares o amigos.

Existen tantas sectas como formas de captación y perfiles susceptibles de convertirse en objetivo de alguna de ellas. Algunas sectas buscan ancianos con buena posición económica, otras, gente joven a quien poder explotar o utilizar de brazo ejecutor. Es decir: no puede definirse un único tipo de víctima potencial. No obstante, hay determinados rasgos que pueden considerarse de riesgo: ser personas solitarias, dependientes, con una gran necesidad de buscar respuestas o de vivir la espiritualidad o personas que sencillamente estén atravesando por un momento difícil en su vida. Las sectas aprovechan cualquiera de esas debilidades y las utilizan para acercarse a estas personas y ofrecerles justo lo que creen que están buscando. Todo ello se sustenta desde el primer momento en la mentira y la manipulación, pero lo hacen de una forma tan sutil que su víctima acaba cayendo en sus redes sin darse cuenta. A estos mecanismos se los conoce como técnicas de control mental.

Como todo proceso, la captación lleva tiempo: hay una primera fase de seducción, que posteriormente va dando paso al enamoramiento y la dependencia, hasta que se establece el compromiso total. Puede desglosarse en una serie de pasos:

  1. El primer contacto. Afinidad y empatía: la primera vez que el captador aborde a su víctima, la dejará hablar sobre sí misma con el objetivo de obtener información acerca de sus intereses o sus problemas. En cualquiera de los dos casos, manifestará que se siente muy identificado con él, y le dejará caer que conoce un grupo que podría venirle bien.
  2. La invitación. En la actualidad existen numerosas actividades extra laborales que por su carácter inofensivo: yoga, meditación, pilates… son utilizadas por las sectas como tapadera o grupos pantalla para la captación de nuevos miembros. Una vez localizado su punto débil, le invitarán a que se una a la próxima sesión, seminario, etc. Le presentarán la actividad como algo beneficioso y que no pueden rechazar.
  3. Aislamiento. Normalmente, las actividades de estos grupos pantalla tienen lugar lejos del entorno habitual de los nuevos. Suelen ser zonas con transporte poco frecuente, y las sesiones son prácticamente ininterrumpidas. En resumen, se crean toda una serie de “inconvenientes” que favorezcan que el sujeto se tenga que quedar todo el día allí, en contacto constante con la secta.
  4. Bombardeo de amor. Durante la primera sesión, el nuevo se verá tremendamente arropado y adulado por el resto de personas. Los abrazos y el sentimiento de compañerismo serán constantes. Los reclutadores no necesitarán convencerlo con argumentos, ya que su labia será suficiente para hacerlo sentir especial.
  5. Euforia. Tras el primer día, se habrá sembrado en el nuevo miembro un falso pero intenso sentimiento de pertenencia al grupo, que hará que vuelva a futuras reuniones.
  6. Una vez el sujeto “ha picado”, comienza su adoctrinamiento a distintos niveles:
  • La secta a la que ha entrado a formar parte, le será presentada como la única que puede dar respuesta a lo que busca.
  • Se fomentará una determinada jerga propia, que acentúe aún más la separación entre los miembros de la secta y quienes no pertenezcan a ella.
  • El líder será la fiel representación de las aspiraciones que tienen los miembros de la secta, por lo que estos harán todo lo que les pida para poder llegar a ser como él.
  • La secta absorberá paulatinamente todo su tiempo. Las reuniones serán cada vez más frecuentes, restándoles horas de esparcimiento o de descanso, y robándoles su vida anterior y sus rutinas. Del mismo modo, se les irá separando de sus familiares, amigos, y cualquier otra persona ajena al grupo.
  • El amor que se les brindó al principio, se descubre como un amor condicional: sólo se mantendrá si siguen las pautas que se les marcan. Esto instaurará en ellos el miedo a perder el amor y la aceptación del grupo, estrechando así los lazos de dependencia con la secta y su líder.
  • Como última instancia, se le hará un “lavado de cerebro” prolongado en el tiempo: cada vez que algo se tuerza, se le hará creer que es culpa suya y que tiene que implicarse más con la secta y lo que esta le exija. De este modo, se va anulando el carácter del sujeto, que plenamente convencido de que obtendrá beneficios si sigue a pies juntillas todas las instrucciones que le son dadas, deja de cuestionarse las cosas o de acudir al pensamiento crítico. Así, poco a poco, se crea una pseudopersonalidad que bloquea todo rasgo de la persona que era antes de entrar a la secta, convirtiéndose en una especie de clon del líder que centra su vida en contentarlo y perseguir los ideales de este.

 

Se estima que actualmente existen entre 200 y 250 sectas operando en España, y que el 1% de la población podría estar dentro de una organización de este tipo. En todos los casos, la implicación de las familias y amigos es la pieza clave para poder “rescatar” a los captados y llevarlos de vuelta a su vida anterior.

 

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