Margarita Sánchez Gutiérrez: La viuda negra de Barcelona

La década de los 90 supuso para la ciudad Condal un episodio negro protagonizado por una mujer que fue asesinando paulatinamente a sus familiares y vecinos con dosis de veneno. La viuda negra de Barcelona dejó 4 víctimas mortales y 3 casos frustrados de asesinato.

Una infancia de complejos

Margarita Sánchez nació en Málaga en el año 1953, en el seno de una familia sin recursos económicos y con problemas de alcoholemia. Marcada ante los ojos de sus compañeros de colegio por un defecto de estrabismo grave, abandonó sus estudios pasando la mayor parte del tiempo en soledad. Ya entonces comenzó a desarrollar un comportamiento antisocial que afectaría a las relaciones interpersonales en el futuro.

Barcelona, una vía de escape

A muy temprana edad se traslada a un barrio humilde en las inmediaciones de la capital catalana. Allí conoce al que será su marido, un conductor de metro, con el que tuvo 2 hijos. El primer contacto con los medicamentos fue cuando por problemas económicos del matrimonio, se vio obligada a trabajar cuidando enfermos.

En 1991 el matrimonio es desahuciado y se mudan a casa de sus suegros para hacerse cargo del abuelo de sus hijos, gravemente enfermo. De este modo atenuarían sus problemas económicos. Sin embargo, un año después, su marido muere repentinamente. Más tarde, las fuertes disputas con su suegra, a la que fue envenenando sin éxito desde su entrada en el hogar familiar, la obligan a trasladarse a casa de su hermana, pero la envenenadora sigue inoculando su veneno y asesina a su cuñado.

La viuda negra de Hospitalet, no solo asesinó a familiares. Entre sus víctimas también se encontraron dos vecinos de edad avanzada.

Un modus operandi basado en la confianza

Margarita era conocida en el barrio por su carácter conflictivo y polémico, aparte de por las deudas que fue acumulando en la mayor parte de los negocios de la zona. Aun así, tenía la capacidad de generar confianza, hasta el punto de conseguir créditos bancarios presentando las nóminas de su difunto esposo o vendiendo electrodomésticos ficticios de saldo previa señal anticipada. En sus hazañas fraudulentas implicó a sus dos hijos, para generar mayor seguridad.

La envenenadora se mostraba afable con los vecinos, que serían sus objetivos delictivos. Les invitaba a comidas que ella elaboraba y los iba envenenando lentamente con el fin de dejarles incapacitados y hacerse con su cartilla bancaria para sustraerles grandes cantidades de dinero sin que en un primer momento se percataran de ello.

Perfil psicológico

Los rasgos más destacables de la patología de la viuda negra están relacionados con su avaricia y el complejo de inferioridad. El hecho de haber tenido una vida marcada por los problemas económicos, junto con una falta de preparación para desempeñar algún oficio, su analfabetismo y un defecto físico, podrían haber sido los desencadenantes de su predisposición delictiva.

Sin embargo, Margarita no solo cometía sus crímenes por razones económicas, sino que también estaba movida por un complejo de dios que le proporcionaba un poder del que en su vida normal carecía. Sus víctimas eran familiares y vecinos por los que no sintió ninguna compasión ni remordimientos. Su irresponsabilidad para involucrar a sus hijos y, junto con la falta de conciencia para identificar el bien del mal, la convertían en una psicópata que actuaba con frialdad y falta de empatía.

Captura por señuelos

La viuda negra de Barcelona podría haber continuado esparciendo su veneno por el vecindario de no haber sido por el descuido de dejar en casa de su suegra algunos documentos pertenecientes a sus víctimas. La policía comenzó a hacerle un seguimiento y descubrió que solía comprar habitualmente cianamida cálcica en la farmacia.

El 19 de junio de 1996 Margarita Sánchez y su hija fueron detenidas cuando la policía, mediante orden judicial, se encontró con el botín y las pruebas de sus crímenes.

En enero de 1998, Margarita Sánchez fue sentenciada a 34 años de prisión no por los asesinatos cometidos jamás probados, sino por falsificación, robo y lesiones. Su hija de 17 años fue condenada a 5 años por complicidad en la falsificación de firmas y documentos, pero al ser menor de edad ingresó en el Centro de Menores de la Generalidad de Cataluña.