La cara del mal

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UCabe preguntarse si se puede definir “la cara del mal” y si ha evolucionado el típico retrato del criminal a lo largo de los años. Asimismo, cabe preguntarse cuál es la lógica que ha proporcionado los parámetros para la “cara del mal”. En Berlín, en 1943, Bruno Lüdke, un joven de los suburbios, fue acusado de 81 asesinatos. Todo su cuerpo era una acusación, empezando por su cara –la cara del mal–, la de un hombre verdaderamente brutal. Para la policía de la época, no cabía duda de que Bruno Lüdke era culpable. Incluso hoy en día, su nombre todavía está asociado a la imagen de un terrible asesino en serie.