El negocio de la marihuana invisible

Cuando una empresa quebró dejando a miles de familias en la ruina, muchos se aventuraron a buscar una forma de conseguir dinero rápido y fácil. Es lo que las mafias buscan, las debilidades de las personas que ante una situación de necesidad y crisis harían lo que fueran por seguir llevando dinero a casa.

Una de las drogas que más gente tiene «trabajando» es la marihuana. Hasta un 50% de los detenidos anualmente por tráfico de drogas tiene a la marihuana como protagonista y de este porcentaje casi un 70% son españoles.

Hace unas semanas se llevó a cabo en Granada, Málaga, Cádiz y Valencia la Operación Mocy donde más de 500 agentes hicieron 69 registros saldándose con 76 personas detenidas. El perfil de las viviendas registradas eran humildes, lo que le permitió a las fueras de seguridad trazar el retrato robot de las familias que se dedican a esto. Son familias humildes, paradas de larga duración que tienen en sus casas o parcelas plantaciones clandestinas. El negocio de la marihuana se ha expandido por toda la geografía española, siendo Andalucía, Cataluña, Aragón y la Comunidad Valencia las comunidades con más incautaciones. Los detenidos contaban con plantaciones desde en habitaciones hasta caravanas, garajes, buhardilas o invernaderos que tuvieron que cerrar por la crisis. Las mafias se encargan de todo, proveen del material a la gente que se mete en este negocio para montar en su propiedad las plantaciones, con manual de instrucciones. Luego vuelven para la cosecha que suele pagarse a 5000€ con unas 3-4 cosechas al año en las más pequeñas. La inversión para los narcotraficantes es de entre 10.000€ y 30.000€ dinero que recuperan en muy poco tiempo ya que el kilo de marihuana se vende a 4.000€. Además en caso de ser detenidas las personas que tienen las cosechas en sus casas, las penas van de 1 a 3 años pero sin antecedentes, no pisas la cárcel.  

El problema viene cuando eres detenido, quedas fichado y con el sabor de conseguir dinero fácil y rápido. Por eso es habitual que estas personas vuelvan a pedir a los narcotraficantes cosechar y las segundas partes, siempre conlleva un mayor cuidado para no ser capturados de nuevo. Suelen proveerse de armas para defender su medio de vida y esto genera trifulcas entre ellos y las fuerzas de seguridad o entre los propios narcotraficantes, cuando sienten amenazado su negocio.