Raymond Fernández y Martha Beck

A esta pareja de criminales les bautizaron como ‘Los Asesinos De Corazones Solitarios’. Su actividad consistía en publicar anuncios en prensa para localizar a viudas adineradas a las que robaban, violaban y asesinaban. Se cree que mataron a más de 20 mujeres entre 1947 y 1949.

Raymond Fernández, un hombre ordinario

Raymond Fernández nació el 17 de diciembre de 1914 en Hawaii. Su familia era española y vivió parte de su infancia y juventud en España. Trabajaba en la Marina Mercante y tenía una vida normal hasta que se le cayó una escotilla de acero produciéndole una fractura craneal. Este accidente pudo haber sido la causa del cambio en su conducta. Despertó en él un incontenible impulso sexual. Fue encarcelado por un robo y durante su estancia en prisión se obsesionó con el vudú y la magia negra que practicaban sus compañeros de celda. El hombre tímido que era antaño había desaparecido.

Viajó a Nueva York y comenzó a escribir cartas a mujeres a través de anuncios en revistas y periódicos. Fernández resultó ser un seductor infalible y encontró en esta vía una forma de satisfacer sus deseos sexuales. Creía que tenía poderes mágicos que empleaba para abusar y estafar a a las diferentes mujeres con las que contactaba. Es, en este momento, cuando conoce a Martha Beck a través de otro anuncio.

La desastrosa vida amorosa de Martha Beck

Martha Beck tuvo una infancia algo complicada debido a que se desarrolló antes de tiempo. Era obesa y  tenía un carácter desagradable. Estudió para ser enfermera y trabajó en varios hospitales. Acosaba a los hombres para que tuvieran relaciones sexuales con ella e incluso fue despedida de un hospital por “conducta escandalosa”. Tuvo una primera relación amorosa breve con un hombre que la dejó embarazada y acabó intentando quitarse la vida por la presión a la que le sometía Beck. Después de tener a su hijo se casó con un conductor de autobuses pero la relación también terminó en fracaso. Estaba esperando a su segundo bebé. En este momento Beck comenzó a intercambiar correspondencia con Raymond Fernández a través del club de corazones solitarios del periódico.

El encuentro entre Beck y Fernández

Ella le declaró su amor incondicional y creía haber encontrado, al fin, a su príncipe azul. Él tenía intención de robarla pero cuando acudió al encuentro se dio cuenta de que Beck era pobre y no quiso intimar con ella. Le dijo que debía volver a Nueva York pero Martha quedó tremendamente enamorada.

Beck se acabó presentando en la puerta de la casa de Fernández con sus dos hijos y Raymond le dijo que no podía hacerse cargo de ellos así que Beck no tuvo reparo en dejar a los niños con su madre para poder vivir la vida que deseaba con Fernández.

Este no se sentía cómodo con la situación y terminó por contarle la verdad a Beck. Le explicó que mantenía relaciones con varias mujeres con el fin de estafarlas y ella aceptó la idea y trató de ayudarle. Juntos planeaban los encuentros con las víctimas pero Martha era extremadamente celosa. En un principio se hacía pasar por la hermana de Beck pero era incapaz de soportar la situación y acabó matando de un martillazo en la cabeza a una de las víctimas.

Detención y sentencia

El modus operandi continuó con las siguientes víctimas. El asesinato era la única salida que contemplaban al verse descubiertos. Finalmente, fueron los vecinos quienes se dieron cuenta de que en aquella casa pasaba algo raro y alertaron a la policía. La pareja fue detenida en su casa y ambos confesaron los crímenes. 

La prensa no tardó en hacer eco de la noticia de los asesinos de ‘corazones solitarios’ y ambos aparecieron en los medios en diversas ocasiones. Raymond Fernández sufrió otro cambio en su conducta y llegó a decir que debían matarle por lo que había hecho. En cambio, Martha se sentía una víctima de la situación y decía que todo lo había hecho por amor. Finalmente, ambos fueron condenados culpables de asesinato y sentenciados a pena de muerte. Murieron en la silla eléctrica de la cárcel de Sing-Sing en Nueva York el 8 de marzo de 1951.