Peter Kürten, «el vampiro de Düsseldorf»

El vampiro de Düsseldorf. Ese es el terrible apodo con el que se conoce a Peter Kürten. Un asesino en serie alemán que alcanzó fama a nivel internacional. Aquí queremos recordar una historia que conmocionó a todo el planeta.

¿Quién fue Peter Kürten?

Peter Kürten nació el 26 de mayo de 1883 en Mülheim, una pequeña localidad que actualmente pertenece a Colonia, Alemania. Su familia era muy pobre. Era el tercero de un total de trece hermanos. Durante sus primeros años de vida, no solo vio cómo su padre maltrataba diariamente a su madre. También contempló cómo violaba a sus hermanas.

Ante este panorama, no es de extrañar que el pequeño Peter, con solo 8 años de edad, se escapase de su hogar. Sin embargo, la ira y la violencia hicieron mella en él. Tanto que, al poco tiempo, se dice que asesinó a dos amigos ahogándolos en un río. No es algo que se pueda confirmar, ya que los registros policiales de la época no han perdurado.

Un terrible currículum repleto de agresiones sexuales, homicidios e incendios

El primer crimen de Peter Kürten se produjo el 25 de mayo de 1913. Tenía 30 años y llevaba toda la vida dedicado a la delincuencia. De hecho, era un ladrón bastante conocido por las autoridades.

Khristine Klein, su primera víctima

Peter Kürten llevaba varios días vigilando la casa de la familia Klein. Una noche vio cómo salía por la puerta principal el matrimonio, así que pensó que no había nadie en la vivienda. Entró en ella, pero no encontró nada que robar. Sin embargo, cuando estaba a punto de marcharse, vio a una joven durmiendo en una cama. Era Khristine Klein y solo tenía 13 años.

Entró en su dormitorio, sacó un cuchillo que tenía en el bolsillo y le cortó la garganta. Él mismo afirmó que se quedó extasiado escuchando cómo la sangre fluía. Finalmente, dejó en la escena del crimen un pañuelo con sus iniciales (PK). Desgraciadamente, el padre de la niña se llamaba Peter Klein. La Policía le detuvo y le acusó del crimen por ello.

El origen de su apodo

El trastorno narcisista de Peter Kürten le llevó a no sentir ni un ápice de culpa por lo que había hecho. Es más, estaba deseoso de repetirlo. Sin embargo, no se apresuró y esperó a que surgiera otra oportunidad, la cual llegó dos meses después.

En otro asalto a un domicilio, Peter se encontró con Gertrud Franken. Tenía solo 17 años y la estranguló.

Los crímenes que darían lugar al apodo de “el vampiro de Dusseldorf” llegaron justo después. En concreto, fueron dos hermanas a las que, además de degollar, mutiló. Mientras lo hacía, se le ocurrió beber la sangre que brotaba de ellas. Lo confesó una vez que fue detenido y sometido a juicio.

1929, su año más sanguinario

Habían pasado casi 16 años desde el primer asesinato cometido por Peter Kürten. Así que, tratándose de un trastornado narcisista, no es de extrañar que su ego estuviese desbocado. Esto hizo que entre los meses de febrero y noviembre de 1929 llevase su actividad a límites insospechados.

Pero no solo eso. También comenzó a burlarse de la Policía. Por ejemplo, no dudaba en enviar mapas con la ubicación de los cadáveres de sus víctimas o de indicar en ellos los sitios en los que pensaba atacar. Incluso empezó a prender fuego a edificios abandonados para contemplar cómo los mendigos morían calcinados. Finalmente, sucedió lo inevitable y cometió un error.

Detención y muerte

María Büdleick era una joven de 20 años que llegó en tren a Düsseldorf. La estación era uno de los lugares de actuación preferidos de Peter y no tardó en fijarse en ella.

Lo curioso es que Peter empezó a interactuar con ella tras librarle de un hombre que la estaba acosando. Ella le pidió que la llevase a una residencia de estudiantes, pero él la engañó para ir a su casa. Le rechazó, así que volvió a ingeniárselas para conducirla hasta un bosque a las afueras. La violó y la estranguló hasta que creyó que estaba muerta.

Sin embargo, la joven solo estaba inconsciente. Así que, cuando recuperó la conciencia, se dirigió a la Policía para denunciar la violación y el intento de asesinato.

El cazador, cazado

La Policía, gracias a la confesión de la joven, estrechó rápidamente el cerco sobre Peter Kürten. Tanto que, en solo unos días, el asesino sabía que iba a ser detenido. Esto le llevó a confesar sus crímenes a su esposa. El objetivo era que ella le entregase para que, al menos, pudiese cobrar la recompensa que se ofrecía por él.

La ficha policial de Peter es fiel muestra de su carácter. En ella aparece con traje y corbata, con un corte de pelo propio de la época y perfectamente afeitado. Su detención no fue traumática para él, ya que la tomó como la oportunidad de volver a dar rienda suelta a su ego.

Entre asesinatos, incendios provocados y violaciones, Peter Kürten confesó más de 70 crímenes. También aseguró que sentía un gran placer al beber la sangre de sus víctimas. Finalmente, fue condenado a muerte por el asesinato de nueve mujeres. Su relación con los demás casos no pudo consolidarse.

La guillotina fue el método elegido para acabar con su vida. Su ejecución se programó para el 2 de julio de 1931 en la ciudad de Colonial. Sus últimas palabras fueron dirigidas al verdugo, al cual preguntó si lograría escuchar la sangre brotando de su cuello una vez que la cuchilla le decapitara.

Posteriormente, varios científicos solicitaron que se les entregase la cabeza de Peter con el propósito de analizar la morfología de su cerebro. La justicia alemana de la época no tuvo ningún inconveniente en hacerlo. Actualmente, se encuentra en Estados Unidos. Cualquiera puede verla momificada y partida por la mitad en el museo Ripley’s de Wisconsin Dells.

En definitiva, Peter Kürten está considerado como uno de los criminales sádicos más sanguinarios del siglo XX. El estudio de su perfil de asesino en serie ha permitido sentar las bases de multitud de estudios psiquiátricos. De hecho, podría decirse que, gracias a él, hoy en día es posible elaborar ciertos perfiles criminales de manera muy precisa.