Hermanos Menéndez

El 20 de agosto de 1989 un crimen convulsionó Estados Unidos, el matrimonio Menéndez aparecía asesinado en su mansión. Seis meses más tarde se conocía la verdad, los verdugos fueron sus propios hijos.

DE BUENA FAMILIA

Lyle y Erik Menéndez tenían lo que aparentemente parecía una vida ideal. Eran hijos de un matrimonio con una buena posición económica gracias al padre, Jose Menéndez, un importante ejecutivo de Hollywood. La familia vivía en una mansión en el lujoso Beverly Hills, mansión que ocuparon antes estrellas como Elton John o Michael Jackson.

EL CRIMEN

La noche del 20 de agosto de 1989, una operadora del 911 de Los Ángeles recibió una llamada. Al otro lado del teléfono estaba Lyle Menéndez, “¡alguien ha matado a mis padres!” es lo que repetía una y otra vez. Hasta la mansión se desplazaron varias unidades de la policía y del CSI para investigar la escena del crimen.
Cuando llegaron pudieron ver los cuerpos del matrimonio acribillados. Ambos habían recibido más de 15 disparos de escopeta. El padre había recibido un disparo a quemarropa en la cabeza que fue el causó la muerte al que siguieron más de una decena por el resto del cuerpo. La madre estaba irreconocible por los disparos que recibió en la cara, además de en los brazos, piernas y en el pecho.

Después de asesinar a sus padres, los hermanos lanzaron las escopetas en Mullholland Drive y fueron al cine a ver “Licencia para matar”, necesitaban una coartada que no les situara en la casa a la hora del asesinato. Tras la película volvieron a casa y llamaron al 911 para informar sobre el asesinato de sus padres.

LA INVESTIGACIÓN

La primera hipótesis de la policía fue que la Mafia estaba detrás del crimen ya que ambos cuerpos contaban con tiros en la rodilla, sello característico de la mafia. Aun así, había cosas que no cuadraban y que hizo que, casi desde el primer momento, los hermanos fuerann sospechosos de haber cometido el crimen.

Durante los seis meses que duró la investigación la policía descubrió que la madre, Kitty, había mencionado a su psiquiatra que temía que sus hijos pudieran ser sociópatas, e incluso cerraba con pestillo la puerta de su habitación por las noches.

Los hermanos lejos de querer pasar desapercibidos, vivieron a todo trapo tras la muerte de sus padres llegando a comprar incluso un restaurante. Se estima que se gastaron en tres meses más de un millón de dólares, viajando sin cesar y viviendo a todo lujo.
Fue entonces cuando Erik confesó los asesinatos a su psiquiatra. A pesar de vivir amenazado por Lyle si contaba algo, el psiquiatra acudió a la policía para contar lo que le había confesado su paciente, pudiendo saltarse el acuerdo de confidencialidad médico-paciente al ver su vida en peligro.

LOS JUICIOS

En 1993 daba comienzo el juicio. Se convirtió entonces en interés mediático, siendo incluso televisado. Todas las cadenas de televisión y medios de comunicación se hacían eco de lo que ocurrió todos los días del proceso.

Los hermanos adujeron haber sufrido abusos sexuales, físicos y mentales por parte de su padre desde la infancia. Además, dijeron que su madre estaba al corriente y los permitió, por eso asesinaron a ambos. Estos abusos fueron desestimados tras el informe de un perito psicológico y psiquiátrico.

La realidad es que ambos hermanos querían dilapidar la herencia de sus padres, sin miramientos, viviendo con todos los lujos y la disciplina férrea de su padre les incomodaba.

En el primer juicio, que se dilató más de seis meses, se declaró nulo ya que los hermanos convencieron al jurado de que matar a sus padres era la única salida a la “tiranía” y los abusos psicológicos que sufrían en casa. Pero un guion sobre un parricidio escrito por Erik dos años antes del asesinato salió a la luz y obligó a la realización de un segundo juicio.

En este si que fueron juzgados y condenados a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional.

HERMANOS SEPARADOS

Durante 22 años los hermanos estuvieron separados en prisión. Las autoridades tenían miedo de que pudieran planear fugarse si tenían contacto directo. Durante las más de dos décadas que estuvieron alejados, los hermanos estuvieron carteándose e incluso jugando al ajedrez por correspondencia.
En febrero de 2018 Lyle fue trasladado a la prisión estatal de Mule Creek, donde está su hermano. Allí ambos se reencontraron y cumplen condena.